En apariencia es un disco duro externo más. Un poco más grande que un pendrive USB y menor que los dispositivos que necesitan de un cable para conectarse al ordenador. En este caso, sí es necesario el cable, pero no es un miniUSB, sino un microUSB, como el que usan casi todos los móviles para cargarse.
La diferencia con respecto a las memorias compactas habituales es la cápsula que lo envuelve y protege. Según el fabricante garantiza los archivos almacenados de por vida. De manera más concreta aseguran 100 años de archivos a salvo.
El precio no es mucho más elevado que el de una memoria de este estilo pero sí es previsible que a medida que bajen los años, sigan bajando de precio. Peor aún, aunque ahora 8 o 16 gigas de memoria parezcan más que suficiente para almanecenar fotos, no tanto vídeos. Si la carrera por los megapíxeles sigue pronto se quedará corto. Fiable, sí, pero limitado.
Por último, nada garantiza que dentro medio siglo, por no llevarlo al extremo, la conexión USB o microUSB sigan existiendo o funcionando. ¿De qué sirve tener un dispositivo supuestamente duradero si dentro de unos años dejará de ser compatible?
El Memory Vault es una buena idea, pero para hoy. Con el plazo propuesto por Sandisk es fácil que pase a tener un hueco junto a las cintas VHS, vinilos y cassettes.
R. J. C.